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08.10.2025: Agentes autónomos en comunicación digital

  • Foto del escritor: Jorge Alberto Hidalgo Toledo
    Jorge Alberto Hidalgo Toledo
  • 8 oct
  • 5 Min. de lectura
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Introducción

Vivimos un momento de inflexión epistemológica en la comunicación digital. Hoy, entre múltiples revoluciones concomitantes —desde el auge exponencial de la inteligencia artificial hasta la reconfiguración de las arquitecturas tecnológicas del mundo físico— emergen tres tendencias que configuran radicalmente el ecosistema simbólico de la comunicación, el entretenimiento y el control informativo:


1. Los agentes autónomos como eje operativo de la comunicación

Mientras hasta hace poco la IA era concebida como una herramienta asistencial, en 2025 avanza hacia su rol como actor autónomo capaz no solo de responder, sino de planear, anticipar, ejecutar y negociar dentro de ecosistemas comunicativos (Microsoft, 2025). Source En efecto, estos agentes pueden desencadenar campañas de información, moderar comunidades digitales o adaptar narrativas sin intervención humana inmediata. Su integración ética y regulada se vuelve urgente, pues el poder simbólico deja de estar centralizado en humanos para diluirse en redes híbridas de inteligencias colaborativas y algorítmicas.

Desde un punto de vista social y antropológico, esta transición exige repensar el estatuto del “autor” y el “lector” en clave de co‑agencia. Ético y políticamente, se torna prioritaria la transparencia algorítmica y la rendición de cuentas de decisiones no humanas. Culturalmente, la autoría se reconfigura: ¿quién “firma” un mensaje generado proactivamente por un agente que sintetiza tendencias y contextos? Económicamente, las agencias de comunicación y las industrias del entretenimiento deben redefinir sus cadenas de valor, pues los agentes pueden asumir tareas creativas, de distribución y de optimización de audiencias. Y políticamente, el riesgo es que dichos agentes —controlados por empresas poderosas o Estados— amplifiquen discursos, sesgos y manipulaciones con bajas trazas humanas, lo que exige marcos regulatorios robustos.


2. Multimodalidad integrada y síntesis sensorial

Las IA ya no solo procesan texto: hoy fusionan input visual, auditivo y gestual para producir narrativas complejas. Modelos como los multimodales permiten interpretar una escena, extraer insights emocionales, generar video, sonido y texto con coherencia conceptual (Uptech, 2025). Uptech En el ámbito de la comunicación mediática y el entretenimiento, esto significa que un mensaje puede desplegarse simultáneamente en imagen, voz, animación y relato textual con una fluidez iterativa. La unidad del “texto mediado” se fractura en micromodalidades convergentes, y la audiencia deviene un sensor activo que reconfigura el contenido en tiempo real.

Antropológicamente, esta convergencia sensorial redefine la experiencia perceptiva: ya no leemos y escuchamos, sino “participamos” en narrativas polisinápticas. Éticamente, deben desplegarse protocolos de consentimiento multimodal: el cuerpo y el ambiente del receptor también son fuentes de datos. Culturamente, emerge una estética híbrida: obras narrativas que no distinguen entre imagen, voz y gesto. En lo político‑económico, la competencia por la atención se intensifica; las corporaciones que puedan dominar la traducción multimodal tendrán ventaja estratégica insoslayable.


3. Expansión del Internet de las Cosas como escenario comunicativo

El IoT continúa su integración orgánica con la IA y la edge computing: en 2025 ya existen más de 17.2 mil millones de dispositivos conectados que generan 90.3 zettabytes de datos anualmente (Singhvi, 2025). IAEME+1 Estas “cosas” (sensoras, actuadoras, comunicantes) se convierten en nodos comunicativos: envían señales, reciben órdenes, median experiencias. En el mundo del entretenimiento, por ejemplo, los objetos del entorno (un reloj, un espejo, un carro) pueden convertirse en narradores inmersivos que responden a emociones, hábitos y contexto.

Desde el punto de vista social, la frontera entre lo material y lo simbólico se disuelve: las cosas “hablan”. Antropológicamente, el mundo cotidiano se vuelve discurso constante. Éticamente, surgen dilemas sobre privacidad ambiental, vigilancia ubicua y autonomía de los entornos domésticos. Culturalmente, los objetos adquieren agencia narrativa —no solo funciones utilitarias—, y las ficciones pueden habitar espacios reales a través del IoT (pensemos en museos inteligentes que reescriben su narrativa según el visitante). Económicamente, los modelos de negocio se orientan hacia el “data‑as‑a‑service” (IoT como fuente de ingresos constantes). Políticamente, la infraestructura de sensores es territorio de poder: controlar la data ambiental es controlar la narrativa del espacio.

Estas tres tendencias no actúan aisladamente: se entrelazan en un tejido sistémico. Los agentes autónomos operan con datos del IoT, interpretan narrativas multimodales y moldean experiencias comunicativas en tiempo real. Lo que hoy aparece fragmentado devendrá convergente.


Otras 12 tendencias relevantes

  • Hiperpersonalización emocional: los sistemas predicen no solo preferencias cognitivas, sino estados afectivos, ajustando tono, ritmo y contenido para “acompañar emocionalmente” al usuario.

  • Modelos de recuperación aumentada (RAG): los agentes combinan memoria interna con bases de datos externas para producir respuestas contextuales y verificadas (Uptech, 2025). Uptech

  • Interfaces conversacionales con inteligencia emocional: reconocimiento de sarcasmo, ambigüedad cultural y tono emocional se vuelve estándar (Entrepreneur, 2025). Entrepreneur

  • Gobernanza algorítmica y trazabilidad ética: sistemas de auditoría en tiempo real, cadenas de responsabilidad y monitoreo automático del comportamiento de agentes (Gnani, 2025). gnani.ai

  • IA ligera y on‑device: modelos que operan localmente sin dependencia del cloud, protegiendo privacidad y reduciendo latencias (Uptech, 2025). Uptech

  • Pluralismo multimodal en plataformas de entretenimiento: apps que combinan narrativas animadas, sonido ambiental y componentes interactivos sincronizados.

  • Comunicación post‑texto / narrativas gestuales: uso de gestos, microexpresiones y señales corporales como parte integral del discurso mediado.

  • Economía de flujos de datos objeto‑humano: monetización de interacciones entre usuarios y objetos inteligentes en tiempo real.

  • Redes mesh autónomas con drones: dispositivos voladores que sostienen comunicación incluso sin infraestructura de internet (IIT‑BHU). The Times of India

  • Sistemas simbióticos ecosistema humano‑animal: objetos inteligentes mediando la comunicación entre especies (animal internet). Financial Times

  • Estructuras narrativas generadas por IA: algoritmos que diseñan guiones, estructuras dramáticas, microtramas adaptativas.

  • Riesgos de “AI slop” y generación indiscriminada de contenido basura: saturación de narrativas superficiales sin control cualitativo (Wikipedia). Wikipedia

Estas doce tendencias convergen con las tres principales: se alimentan de los agentes autónomos, dependen de datos del IoT y adoptan la multimodalidad como matriz simbólica.


Análisis predictivo

De cara a los próximos meses, vislumbro tres escenarios plausibles:

  1. Escenario de convergencia reguladaGobiernos y organismos internacionales (UNESCO, UE, UNESCO) establecen marcos de responsabilidad algorítmica, certificaciones de agentes autónomos y protocolos de transparencia para narrativas generadas. Las empresas que se alineen ganarán legitimidad simbólica y competitiva.

  2. Escenario de captación corporativa intensivaLas grandes empresas tecnológicas (meta‑plataformas, gigantes del entretenimiento) consolidan ecosistemas cerrados donde los agentes autónomos controlan flujo simbólico, distribución de contenido y microtransacciones emocionales. La brecha entre emisores minoritarios y plataformas hegémonas se agudiza.

  3. Escenario de resistencia y contra-agencia ciudadanaEmergencia de movimientos críticos que exigen “agentes ciudadanos” (IA comunitarias, dominios de datos descentralizados), códigos abiertos de voz narrativas disidentes y “patrias simbólicas” resistentes a la captura algorítmica.

A corto plazo (6 a 12 meses), esperaría la proliferación de pilotos de agentes narrativos en medios locales, festivales de entretenimiento inmersivo que mezclen objetos y narrativas adaptativas, e iniciativas regulatorias en Europa y América Latina para el control de agentes autónomos. En el mediano plazo (1 a 2 años), la comunicación digital podría redefinirse alrededor de plataformas de ecosistemas simbióticos, donde humanos, agentes, objetos e inteligencias no humanas colaboran en arquitecturas narrativas compartidas.

Para el mundo de la comunicación y el entretenimiento, esta transición demanda una ética de la coautoría digital: quienes diseñen estos sistemas deben asumir responsabilidad por el sentido generado, por las mediaciones invisibles y por los efectos culturales. Las nuevas narrativas ya no pueden considerarse “neutrales”: son acciones simbólicas con agentes autónomos como protagonistas potenciales.

En consecuencia, convoco a la comunidad académica y profesional a no solo observar, sino a intervenir: diseñar agentes con valores, demandar trazabilidad ética y reconceptualizar la audiencia como co‑agente. En esta nueva era comunicativa, la dignidad simbólica del receptor y su poder de agencia deben ser el eje rector.

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