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30.09.2025:realidad aumentada social (AR social)

  • Foto del escritor: Jorge Alberto Hidalgo Toledo
    Jorge Alberto Hidalgo Toledo
  • 30 sept
  • 8 Min. de lectura
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Introducción

El 30 de septiembre de 2025 amanece con una tendencia que reconfigura el horizonte de la comunicación digital: la aparición de la realidad aumentada social o “social AR” como plataforma de interacción mediática colectiva. No se trata ya de un mero filtro visual o de un overlay informativo: hablamos de espacios aumentados compartidos, visibles a través de dispositivos móviles o gafas, donde los usuarios pueden insertar contenidos simbólicos, narrativos o colaborativos en el entorno físico inmediato. Esta tendencia se articula hoy con dos corrientes igualmente decisivas: por un lado, el uso de IA generativa en justicia y seguridad, ejemplificado por Longeye, un chatbot que procesa evidencias para cuerpos policiales The Washington Post; por otro, la presión regulatoria sobre el gasto masivo en infraestructura de IA y su sostenibilidad, frente al riesgo de burbujas económicas The Washington Post. La combinatoria de estas tres líneas —AR social, IA aplicada en causas institucionales y el escrutinio del modelo de escala en IA— define un mapa crítico del momento presente en el ecosistema mediático-tecnológico.


1. Realidad aumentada social: del filtro al espacio simbólico compartido

Una investigación reciente de la Universidad de California Santa Cruz muestra que las audiencias, al interactuar con AR social (o en metaversos aumentados), prefieren espacios privados, contenidos 2D sobre 3D, y expresan cautela frente a experiencias inmersivas excesivas (UCSC, 2025) News. Este dato revela que la expansión de AR social debe combinar escalabilidad estética con sensibilidad simbólica: no basta con ofrecer capas visuales, se requiere que los contenidos aumentados dialoguen con territorios culturales locales.

Impacto social: La AR social redefine el espacio público: actos simbólicos, mensajes urbanos, intervenciones narrativas locales podrían instalarse como “capas simbólicas vivas”. En plazas, calles y museos, se abrirían zonas virtuales compartidas, donde ciudadanos, colectivos culturales y usuarios influyentes pueden construir narrativas.

Impacto antropológico: Volvemos a una concepción espacial simbólica, no solo comunicativa. El entorno físico deja de ser fondo pasivo: deviene escenario semántico colectivo. El cuerpo camina no solo en el espacio material, sino en capas narrativas compartidas.

Ética: Surge la exigencia de gobernanza simbólica de esos espacios aumentados: ¿quién puede insertar qué, qué capas se filtran, qué derechos de remoción tienen los ciudadanos, cómo evitar “invasión simbólica” o acoso aumentado? La lógica de permisos y consenso simbólico será tan importante como la lógica técnica.

Cultural: La creación cultural se expande hacia la dimensión aumentada: intervenciones artísticas locales, gaming simbólico urbano, graffitis digitales, voces colectivas que operan en fricción con la materialidad. La cultura simbólica migrará con fluidez entre lo tangible y lo aumentado.

Económico: Aparecerán modelos comerciales de “alquiler simbólico de espacios AR”: organismos públicos, comercios, agentes culturales pagarán por capas narrativas visibles. Las plataformas que controlen el middleware de AR social captarán valor estratégico en el nuevo espacio simbólico urbano.

Político: Los gobiernos locales tendrán que legislar “zonas aumentadas de discurso”, regular visibilidad simbólica, proteger derechos de expresión en capas digitales y evitar que entidades privadas monopolicen la producción simbólica aumentada. La disputa por el derecho simbólico urbano se vuelve un eje normativo emergente.


2. IA generativa aplicada para justicia y seguridad: el caso Longeye

El Washington Post reporta que oficiales del departamento de policía en Redmond emplean Longeye, un agente generativo que analiza grandes volúmenes de evidencias (grabaciones, imágenes, transcripciones) para extraer pistas y acelerar resoluciones de casos antiguos The Washington Post. Este escenario encarna una tendencia de “IA institucional aplicada” que ya no se circunscribe al marketing o la producción, sino que interviene en funciones estatales críticas.

Social: Estos sistemas pueden acelerar procesos legales y diligencias policiales, pero con riesgo: las decisiones automatizadas pueden incorporar sesgos, producir falsos positivos o no respetar derechos de defensa.

Antropológico: La figura de la autoridad estatal muta cuando una IA actúa como “auxiliar decisorio”. La relación humano‑institución se mediatiza por agentes de autómata generativo.

Ética: Se exige que tales sistemas operen bajo estándares explicativos, con supervisión humana y mecanismos de apelación. No basta eficiencia: deben garantizar presunción de inocencia, transparencia y responsabilidad.

Cultural: Las narrativas de justicia se transforman: las audiencias demandarán que las evidencias automatizadas sean explicables, no opacas; las representaciones mediáticas del crimen podrían incorporar la “lógica negra” del modelo como objeto de crítica.

Económico: Gobiernos invertirán en proveedores de IA forense, generando un nuevo mercado de auditoría, licencias y mantenimiento de sistemas para instituciones de seguridad.

Político: La regulación sobre usos estatales de IA se tensionará: requerirán normas de transparencia legal, estándares de auditoría, límites legales para evitar vigilancia excesiva y sistemas de control ciudadano.


3. Sostenibilidad crítica e inversión en infraestructura IA: ¿burbuja o consolidación?

Según el Washington Post, en 2025 las inversiones corporativas en infraestructura de IA superan los 400 mil millones USD, un motor fundamental del crecimiento económico, aunque analistas advierten riesgo de especulación excesiva (Washington Post, 2025) The Washington Post. Esta tensión entre escala y viabilidad plantea una línea crítica: ¿hasta dónde es sostenible el modelo de centralización masiva de recursos de IA (centros de datos, chips, cableado) frente a las limitaciones energéticas, regulatorias y geopolíticas?

Social: El costo energético real de entrenar grandes modelos genera externalidades ambientales que inciden sobre comunidades vulnerables en regiones donde se sitúan centros de datos. También puede generar desigualdad de acceso: aquellos sin recursos no podrán competir.

Antropológico: La narración social sobre la inteligencia artificial dejará de ser “avance inevitable” para volverse cuestionamiento crítico: ¿a qué costo ecológico y social creamos modelos gigantes?

Ética: Se impone una ética de rendición: medición de huella energética, compensaciones climáticas, transparencia de consumo y limitación moral al tamaño del modelo respecto al beneficio social.

Cultural: La cultura tecnológica empezará a celebrar la eficiencia ecológica y los modelos más ligeros, no solo los más grandes. Los “modelos verdes” podrían volverse valor simbólico en comunidades científicas y de innovación.

Económico: Podría producirse un ajuste: proyectos con ROI dudoso podrían cancelarse. Las empresas más eficientes energéticamente ganarán credibilidad; los inversionistas exigirán métricas sustentables junto a métricas de escalabilidad.

Político: Los gobiernos podrían imponer límites energéticos, tarifas especiales a centros de datos IA o estándares de eficiencia operativa. La competencia geopolítica por dominancia IA estará contra un telón de costos energéticos globales.

Las tres tendencias narradas hoy —AR social, IA institucional en seguridad, sostenibilidad de la infraestructura IA— se cruzan en un mapa crítico: la realidad aumentada social puede apoyarse en infraestructura distribuida, no masiva; las IAs institucionales pueden residir en nodos regulados locales; el modelo de expansión debe equilibrarse con límites ecológicos. Juntas, configuran un horizonte simbólico, técnico y normativo para el ecosistema comunicativo.


Otras doce tendencias relevantes

  • IA “world models” para narrativas interactivas: las empresas líderes desarrollan modelos de mundo físico como base para ubicuidad generativa (FT) Financial Times; esto enriquecerá la AR social al dar realismo físico a las capas simbólicas.

  • Producción remota en medios y broadcasting: el uso de 5G, codificación avanzada e IP reduce presencia física en eventos mediáticos (TV Technology) TV Tech, lo que alimenta flujos de contenido para AR y livestream multiperspectiva.

  • Expansión de análisis en tiempo real (streaming analytics): el big data evoluciona hacia decisiones inmediatas en la cadena mediática, optimizando personalización contextual (Acceldata) acceldata.io.

  • IA agente (agentic AI): sistemas que actúan de forma autónoma coordinada, no solo responden ante instrucciones (MIT Sloan Review) MIT Sloan Management Review; esas IAs podrán actuar en capas AR sociales sin mediación humana directa.

  • Democratización de insights automatizados: las interfaces de lenguaje natural permiten a usuarios explorar datos y narrativas sin necesidad de experiencia técnica (Forbes) Forbes.

  • Privacidad con tecnologías de mejora (PETs): técnicas que permiten analizar datos sensibles sin exponer información cruda (Medium Big Data 2025) Medium, crucial cuando AR social y seguridad convergen.

  • Internet de los sentidos (IoS): más allá del IoT, se proyecta una red sensible a tacto, olfato, sonido espacial como capa sensorial en entornos aumentados (WEO) World Economic Forum.

  • Modelos federados y descentralización de datos: frente a la centralización energética, los modelos de aprendizaje federado permiten operar con datos locales y colaboración distribuida (Deloitte) Deloitte Italia.

  • Creación simbólica algorítmica local: pequeñas unidades comunitarias generarán narrativas automáticas locales (poesía digital aumentada, guías locales AR) como contrapeso a la narrativa global masiva.

  • Intervención simbólica política con AR: campañas políticas insertarán discursos aumentados en el espacio urbano simbólico, lo que obliga a regulación de “publicidad aumentada”.

  • Control simbólico y censura ampliada: la capa aumentada puede convertirse en vector de censura: quién controla qué signos aumentados puede verse como forma de regulación simbólica agresiva.

  • Desconfianza energética frente al “crecimiento infinito IA”: los ciudadanos exigirán que los sistemas mediáticos e IA no impongan costes ecológicos desproporcionados, promoviendo modelos ligeros, locales y eficientes.


Estas tendencias orbitan alrededor del epicentro que propusimos: AR social como nuevo espacio simbólico, IA institucional como aplicación crítica de poder, y el cuestionamiento de la infraestructura IA masiva ante límites ecológicos. Todas ellas dialogan con esos ejes —alimentándolos, tensionándolos o modulándolos hacia variantes plausibles.


Análisis predictivo

Frente a este panorama rico en posibilidades, se delinean dos grandes escenarios probables para los próximos 6 a 12 meses:


Escenario 1: “Cartografía aumentada democrática”

La AR social se institucionaliza en ciudades medianas, con plataformas de capa simbólica reguladas públicamente (por municipios o gobiernos locales). Estas plataformas permitirán a ciudadanos, colectivos culturales y usuarios intervenir narrativamente en el espacio urbano simbólico. Se desplegarán APIs simbólicas locales con control de permisos y capas removibles, que operarán en relación con infraestructura de datos distribuida, mitigando el riesgo energético centralizado.

Las IAs institucionales como Longeye serán sujetas a auditoría pública: las decisiones explicables, revisables y apelables serán la norma. La inversión en infraestructura IA se rigurizará: proyectos con huella excesiva serán vetados o restringidos mediante políticas ecológicas y tarifas energéticas progresivas. Aparecerán “centros verdes de IA” certificados que garanticen neutralidad climática.

Para el campo comunicativo y mediático, esta coyuntura implicará que los contenidos ya no sean solo difundidos por plataformas, sino semánticamente incrustados en el mundo: periodistas producirán narraciones con versiones aumentadas locales; festivales culturales organizarán performances aumentadas colectivas; agencias creativas licitarán capas simbólicas en territorios geográficos. La competencia simbólica migrará del feed digital al espacio aumentado compartido.


Escenario 2: “Narrativa opaca y concentración simbólica”

La AR social queda controlada por grandes plataformas con licencias previas: solo entidades autorizadas pueden insertar capas. Los ciudadanos actuantes pierden autonomía simbólica y la capa urbana se transforma en medio de propaganda permitida por filtros algorítmicos. Los nodos IA institucionales operan como cajas negras bajo control estatal o corporativo, sin mecanismos reales de apelación.

La inversión en infraestructura IA continuará su expansión sin regulaciones ambientales estrictas: generará conflictos locales por consumo energético, oposición ciudadana y posibles sanciones regulatorias tardías. El modelo de escala seguirá siendo símbolo de poder, fractureando aún más la distribución simbólica global.

En el mundo de la comunicación y el entretenimiento, esta variante implicaría que los discursos narrativos aumentados sean predecibles y controlados por oligopolios simbólicos. La innovación cultural local quedaría sofocada por licencias difíciles de obtener; los creadores independientes dependerán de permisos de plataformas mayores para insertarse en la capa simbólica urbana.


Proyecciones de acción institucional y académica

  • Instituciones urbanas deberán diseñar marcos legales de “zonas aumentadas libres / reguladas” que permitan participación simbólica ciudadana con límites éticos (por ejemplo, sin acoso, sin saturación visual, mecanismos de remoción).

  • Académicos de comunicación deberán formar “arqueologías simbólicas aumentadas”: estudios críticos de las capas AR insertadas y su alineación con memorias culturales locales.

  • Laboratorios de innovación deben prototipar plataformas AR sociales ligeras, con control local de permisos y módulos explicativos que acompañen la capa simbólica, para proteger la transparencia.

  • Organismos reguladores tecnológicos deben anticipar estándares simbólicos (ej. interoperabilidad de capas AR, formatos de permisos, derecho al olvido en capa aumentada) antes de que la simbología aumentada quede dominada por pocos.

El llamado es claro: no basta con imaginar el mundo aumentado, sino con construirlo ético, distribuido y comprensible. La dimensión simbólica de la comunicación ya no será solo digital, sino aumentada, compartida y vivible. En esa frontera de lo simbólico-en-lo-material, debemos actuar con audacia, sabiduría y corresponsabilidad tecnológica.

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