Vivimos en una era donde los hechos importan menos que los likes , donde las emociones se imponen a la verdad, donde los hechos se negocian, las mentiras se viralizan y donde el poder político se decide entre memes y escándalos. La posverdad ha reemplazado la búsqueda de la verdad por la seducción del impacto. Los autoritarismos se filtran por las plataformas como si fueran influencers . La cultura de la cancelación convierte el disenso en censura, y la urgencia de las redes